Jutsu Games y Modus Games, con lanzamiento en formato físico por parte de Tesura Games, nos traen Rustler, un título de acción sandbox que se desarrolla desde una perspectiva aérea en el que vamos sembrando la destrucción a cada paso que damos. La mejor manera de entender qué es Rustler es diciendo que se trata de un Grand Theft Auto clásico que se desarrolla en el medievo, todo con un toque gamberro y ciertas referencias a la cultura popular de hoy en día.
Su historia se centra en Guy, un joven problemático y gamberro que, junto a su amigo convenientemente llamado Buddy, quiere participar en el Gran Torneo para conseguir la mano de la princesa como premio, pasando de bandido local a campeón. Pero para ello antes deberá reunir el dinero y cierto papeleo que se interpone en su camino, por lo que tendrá que realizar todo tipo de encargos, a cada cual más disparatado que el anterior.
La trama de Rustler no es demasiado interesante, pero cuenta con momentos realmente absurdos y montones de referencias al mundo de la literatura, el cine y a la sociedad actual que os sacarán más de una sonrisa, incluidos temas de hip-hop con un toque de la época y un estilo que se inspira en los Monty Python. Tiene un tono adulto donde veréis muchos asesinatos, robos, drogas y palabras malsonantes para aportarle el humor negro que buscan, lo que no lo hace apto para todos los públicos. Se agradece, eso sí, que todos los textos nos lleguen en castellano y podamos seguirla sin problemas.
En lo jugable se asemeja mucho a lo visto en el clásico de Rockstar, con mecánicas sencillas de entender pero que os llevará un tiempo dominar. Aquí tenemos una barra de vitalidad, otra de energía que permite realizar ciertas acciones y un mundo sandbox a explorar. A lo largo del mapa encontraréis diversas armaduras y armas a recolectar, ya sean palos, ballestas, lanzas, alabardas o la combinación de espada y escudo, entre otras. Con ellas podemos defendernos, realizar un ataque normal, otro más potente apuntando con el stick analógico derecho o esquivar , gastando estos movimientos resistencia que debemos esperar a que se recupere. También tenemos granadas sagradas para acabar con los rivales o incluso de estiércol que ralentizan sus movimientos.
El mundo de Rustler es lo suficientemente grande como para que haya secretos ocultos en él, ya sea en forma de nuevas armas o armaduras. Para poder desplazarnos, además de poder ir a pie, tenemos caballos de todo tipo con sus propias características que nos vendrán mejor o peor según la ocasión. Pero cuidado, saltarnos las normas hace que los guardas salgan en nuestra búsqueda, a veces incluso de forma involuntaria. Cuanto mayor sea el delito, más alto será el nivel de alerta, costando cada vez más deshacerse de ellos. Como curiosidad, podréis pasar por el taller de chapa y pintura para cambiar el aspecto de vuestro caballo y despistar a los guardas, así como contratar a un bardo que os acompañará y hará de radio para vuestros largos paseos.
Por supuesto, las localizaciones están llenas de misiones tanto principales como secundarias, algunas tan interesantes y divertidas como tener que drogar a toda una prisión para escapar, hacer de la propia muerte para atemorizar al pueblo o volar con explosivos la roca que guarda la legendaria espada del Rey Arturo para hacernos con ella. Siempre aparecen marcadas alrededor de nuestro personaje con flechas de color azul para las secundarias o amarillas para las principales, además de poder consultarlas en el mapa. Junto a estas tenemos otras tareas optativas, como carreras de caballos, peleas clandestinas o rescatar a heridos con un carroambulancia en un tiempo determinado, entre otras.
Al completar estas misiones conseguimos dinero que podemos invertir en comprar armas o comida para recuperar vitalidad, además de puntos de habilidad a gastar en diferentes habilidades o ayudas que harán que nuestra aventura sea más sencilla, dividiéndose estas en cuatro ramas diferentes: Combate, A distancia, Montar y Social. Son muy útiles y no tardaréis demasiado en hacer que vuestro personaje sea muy poderoso.
Aunque en general nos ha gustado la experiencia, hemos de decir que Rustler no está exento de ciertos fallos o detalles mejorables. Por un lado, el sistema de control es un tanto ortopédico y duro, haciendo que sea algo complicado luchar o desplazarnos a caballo en las primeras partidas. Por otro tenemos unos guardas que son muy difíciles de despistar y que, nada más desaparecer de nuestra vista, aparecen por otro lado a toda velocidad, encontrándonos incluso estando bien ocultos.
En cuanto a duración, el juego puede dar para unas 10 horas, incluyendo todas las misiones principales, secundarias y las tareas optativas. Como veis, no se trata del título más largo del género, pero al poder causar el caos de tantas formas diferentes y tener ciertos coleccionables se vuelve bastante rejugable. Se agradece también que no se sienta alargado artificialmente, siendo la mayoría de las misiones muy divertidas a su manera.
En el apartado gráfico tenemos personajes que, si bien cuentan con buenos modelados e ilustraciones para las conversaciones, tienen movimientos un tanto robóticos, además de repetir algunos diseños hasta la saciedad. Los escenarios están algo mejor, destacando en este sentido los distintos poblados que visitamos. No esperéis un enorme mapa, pero es lo suficientemente amplio como para ocultar algunos secretos. Pero lo peor es que hemos encontrado algunos problemas en el rendimiento, algo que no debería suceder con una exigencia gráfica tan baja, y menos aún en las nuevas consolas.
El sonoro nos ha gustado más, ya sea por la ambientación, los cuidados efectos o las melodías que tocan los bardos, algunas con un toque actual que le aportan mucho ritmo a las peleas. Los personajes no tienen voz más allá de balbucear, pero todos los textos que aparecen en los bocadillos están en castellano.
Como conclusión, Rustler es un título que sabe como entretener gracias a sus alocadas misiones y divertidos diálogos, contando con el suficiente carisma como para diferenciarse del título en el que se inspira. A pesar de tener un sistema de control y ciertas mecánicas un tanto anticuadas, cuando te acostumbras a su manejo resulta entretenido y desafiante, con tareas que en ningún momento se nos han hecho aburridas y una duración bien medida que hace que se evite la sensación de repetición.
Un juego que, si comulgáis con su fórmula y sentido del humor, os hará pasar un buen rato causando fechorías por todo el lugar.