Pqube y la desarrolladora barcelonesa Petoons Studios nos llevan a vivir una emocionante aventura de plataformas y acción dibujada a mano y al estilo de los metroidvania con el juego de temática pirata Curse of the Sea Rats. Ya disponible para PC, Nintendo Switch, PlayStation 5, PlayStation 4, Xbox Series X|S y Xbox One, este viaje os llevará a recorrer enormes paisajes mientras os enfrentáis a diversos enemigos, superáis diferentes tareas y os hacéis más poderosos, pudiendo descubrirlo en profundidad con nuestro análisis.
Su historia nos lleva hasta 1777, donde un buque de la Marina Real regresa del Caribe a la costa Irlandesa lleno de malvados prisioneros y piratas que van a ser juzgados. Entre ellos están nuestros protagonistas, cuatro individuos que, a los ojos del Imperio Británico, son infractores de la ley. Pero también hay otros, como la capitana pirata Flora Burn, quien decide utilizar un artefacto conocido como el Ojo de la Serpiente para transformar a todos los que están a bordo en ratas. Tras naufragar en una isla remota, Flora y sus secuaces secuestran al hijo del Almirante. Incapaz de dejar atrás a su tripulación, el Almirante decide pedirle ayuda a Douglas, Buffalo, Akane y Bussa, quien les promete la libertad si consiguen recuperar a su hijo.
Esta trama cuenta con una premisa interesante, aunque es contada de una forma un poco apurada en los primeros compases. Cada personaje está bien cuidado y conocemos más detalles de los protagonistas a medida que vamos avanzando en el juego, aunque aquí destacan aún más los carismáticos villanos. No estamos ante un argumento con grandes sorpresas o demasiado emocionante, pero está bien narrado e incluye multitud de homenajes al cine, series u otros videojuegos que la hacen más llevadero.
Lo primero que queremos comentar es que estamos ante una aventura en la que podemos jugar en solitario o con la compañía de hasta otros tres jugadores de manera local, eligiendo entre uno de los cuatro protagonistas: David Douglas, que es el más equilibrado y sencillo de controlar; Buffalo Calf, quien es más fuerte a cambio de tener poca defensa; Bussa, un tipo muy potente pero a su vez algo lento; y Akane Yamakawa, que abarca más longitud de ataque por su lanza y tiene un buen dominio de la magia. Sin importar si jugáis en solitario o en cooperativo, se trata de una aventura disfrutable, en la que sólo tendréis algunos problemas puntuales con la cámara en las ciertas zonas de plataformeo cuando jugamos con compañía.
Hemos de decir que el juego castiga más a los que juegan en solitario, ya que tras morir reaparecerán en el último punto de control, mientras que en el multijugador quedarán como fantasmas, que incluso pueden revivirse, hasta que caiga todo el grupo. Esto no impide que se pueda jugar perfectamente, aunque el reto es algo mayor si jugáis solos.
En cuanto a mecánicas, como ya hemos comentado, se trata de una aventura de plataformas y acción de desplazamiento lateral al estilo de los metroidvania (llamado acertadamente en este caso ratoidvania), con personajes en 2D dibujados y animados a mano y escenarios tridimensionales. Aquí podemos atacar, defendernos, saltar, agacharnos, utilizar diferentes objetos (algo que no es demasiado cómodo), consultar el mapa y hacer uso de todo tipo de habilidades especiales a cambio de su respectivo medidor.
Estas habilidades, además de poder mejorar las estadísticas generales y otros parámetros, se aprenden gastando experiencia en forma de energía espiritual que conseguimos al derrotar enemigos, encontrando dos ramas por personaje: una centrada en las características personales de cada uno y otra en la magia. Algo que nos ha gustado es que la experiencia obtenida es compartida por todos los protagonistas, lo que nos permite jugar con uno, conseguir energía espiritual y gastarla en el que queramos, mientras conservan un nivel común y las destrezas aprendidas para explorar los escenarios, como el doble salto o el impulso.
Si bien subir de nivel es una tarea más costosa (recuperando además toda la vitalidad cuando sucede), el conseguir energía espiritual es muy sencillo, pudiendo farmear fácilmente mucha junto a los puntos de control al acabar con rivales que reaparecen tras cruzar la pantalla. Esto hace que, a poco que dediquéis algo de tiempo a hacerlo, no tardéis demasiado en rellenar todo el árbol de habilidades.
Oculto por los escenarios, en localizaciones que aparecen marcadas en un color verde, está el amuleto que contiene a Wu Yun. Estas zonas sirven como puntos de control para guardar la partida, recuperar la salud, aprender nuevas habilidades o bien para cambiar de personaje. También encontraréis otras localizaciones azules en las que hallaréis unos portales que, al activarlos con energía espiritual, nos ayudan a viajar rápido entre zonas ya visitadas, haciendo que movernos por el mapa sea más placentero.
Un aspecto que nos ha gustado es la variedad de enemigos, encontrando varios nuevos por cada zona cuyos puntos débiles debemos descubrir para poder derrotarlos evitando el mayor daño posible. Aunque donde más destaca es en los jefes, que tienen patrones de movimientos más complejos y habilidades que sacan a la luz a medida que vamos disminuyendo su vitalidad. No suelen dar muchos problemas más allá de algún que otro pico de dificultad puntual.
Por otro lado, las zonas de plataformeo están muy presentes. Generalmente se basan en la exploración de escenarios saltando de un lado a otro mientras evitamos obstáculos que puedan dañarnos y localizamos diferentes rutas, aunque hay zonas en las que si caemos moriremos al instante. Y creednos cuando os decimos que hay lugares en los que es muy sencillo que esto suceda.
Pero, como buen ratoidvania que es, donde más destaca la aventura es a la hora de explorar sus variadas localizaciones. Los mapas son amplios y cuentan con diversas rutas en ellos que podemos recorrer con gran libertad, desbloqueando nuevos caminos a medida que conseguimos más habilidades, ciertos objetos o cumplimos alguna misión necesaria para ello. Pero además esconden muchos caminos secretos, tesoros y tareas optativas que siempre nos invitan a recorrer cada uno de sus rincones.
La duración de la aventura da para unas 10 horas de juego a poco que intentéis explorar la mayoría del mapa y completar las tareas optativas. Una duración que creemos más que justa para este tipo de juegos y que, además, se siente diferente al intentar completarla con los diferentes personajes.
El apartado gráfico nos ha gustado mucho, especialmente en lo que respecta a los personajes en 2D y sus animaciones. Los escenarios, aunque amplios y variados, no cuentan con el mismo nivel de detalle, pero lo disimula bien con un estilo cartoon que le sienta genial. A todo ello hay que sumarle unos efectos bastante conseguidos. Nosotros hemos tenido la oportunidad de jugarlo en PS5 y, más allá de algún bug muy puntual, nos ha funcionado con mucha fluidez y los tiempos de carga al viajar entre zonas han sido cortitos.
En el sonoro tenemos una amplia variedad de melodías que, si bien no resultan épicas, acompañan genialmente nuestro viaje y saben enfatizar los momentos de acción. Los efectos están a un gran nivel y las voces, en inglés, cuentan con una gran interpretación. Los textos llegan en varios idiomas, entre los que se encuentra el español, aunque hemos encontrado alguna que otra frase sin traducir.
Como conclusión, Curse of the Sea Rats nos ha parecido un ratoidvania bastante interesante al contar con buenas dosis de acción, con mucha variedad de enemigos y jefes, zonas de plataformeo bien calculadas, una dificultad desafiante pero a su vez accesible para nuevos jugadores y mucha exploración con localizaciones muy amplias. No es perfecto, sobre todo en lo que se refiere al sistema de progresión, el uso de objetos curativos o al aprovechamiento de las cualidades únicas de cada protagonista, pero se trata de un buen comienzo en el género para la compañía.
Si os atraen los metroidvania y la temática de piratas, recomendamos darle una oportunidad a esta aventura, la cual nosotros hemos disfrutado de principio a fin.