El aclamado juego de Supergiant Games, Hades, debuta en consolas PlayStation y Xbox tras su paso por Nintendo Switch y PC en 2020. Distribuido por Private Division, con lanzamiento físico para las nuevas plataformas, estas versiones conservan todo lo que lo hizo grande en su momento, con una jugabilidad muy adictiva y variada para tratarse de un roguelike, un historia interesante y un sistema de progresión realmente satisfactorio que evita que se sienta repetitivo, todo ello además con ciertas mejoras en la resolución y fluidez para las nuevas consolas.
Su historia cuenta con una base sencilla, donde nuestro protagonista, el príncipe Zagreo, busca escapar del Inframundo para alcanzar el monte Olimpo, aunque su progenitor Hades no está dispuesto a dejar que esto suceda. Lo que nos ha sorprendido muy gratamente es lo bien contada que está y cómo nos van presentando a sus personajes inspirados en la mitología griega, con un desarrollo que se basa en matar, morir y repetir que siempre está lleno de sorpresas en cada partida y mucho humor. Por si todo esto fuera poco, cada uno es muy carismático y no se limitan a unas pocas frases predeterminadas, sino que se adaptan a lo que va sucediendo. Además todos los textos nos llegan en perfecto castellano.
Pasando a sus mecánicas, Hades es un título hack’n’slash que se desarrolla desde una perspectiva isométrica con un estilo cartoon que lo hace muy vistoso. Aquí podemos movernos en cualquier dirección, utilizar un ataque normal, a distancia, otro especial y la posibilidad de esquivar los ataques enemigos o ciertas trampas y obstáculos con un pequeño impulso. Básicamente se trata de acabar con todos los enemigos de una sala para avanzar hasta la siguiente, consiguiendo en cada una de éstas ciertas recompensas interesantes que se indican antes de entrar y encontrando casi siempre hasta tres opciones entre las que elegir.
Hay salas en las que conseguir bendiciones de los dioses para ir aumentando las capacidades del personaje, sus armas y sus habilidades, otras que nos permiten conseguir una potenciador para dichas bendiciones, un corazón para aumentar la vitalidad, monedas que otorgan dinero o las que nos permiten gastarlo en mercancía de Caronte. Muchas de estas ventajas se pierden al morir, aunque hay otras que permanecen, como llaves que nos permiten desbloquear más armas o habilidades, corazones para transformar dicho equipamiento, gemas para desbloquear salas o decoración, u oscuridad a invertir en otras mejoras al visitar nuestro cuarto, entre otras.
Las bendiciones son uno de los aspectos más destacados del juego, otorgándonos el poder de los dioses para reflejar los ataques enemigos, lanzar rayos con cada golpe que dañan a los rivales cercanos o incluso provocar estados alterados, entre muchas otras. Además, dividen su poder en diferentes rarezas, duales y se pueden ir mejorando con niveles, combinando o sustituyendo por otras a lo largo de cada partida.
Pero esto no es todo, a lo largo de las diferentes salas podréis encontrar cofres infernales con desafíos a cambio de recompensas, agujeros oscuros que nos hacen descender hasta la estancia de Caos para conseguir beneficios a cambio de cumplir una serie de requisitos, lugares en los que nos toca sobrevivir un tiempo o incluso en los que nos enfrentamos a Tánatos en un reto por ver quién elimina más rivales, con más sorpresas aguardando en cada rincón.
Cada vez que nuestro protagonista muere volvemos a la Morada de Hades, que es donde conversamos con el resto de personajes, progresa un poco la trama y obtenemos las diferentes mejoras permanentes. Es un lugar con muchas estancias diferentes que, además, podemos mejorar y decorar a nuestro gusto invirtiendo algunos objetos obtenidos.
Para afrontar los desafíos que nos esperan contamos con seis armas diferentes que nos toca ir desbloqueando con las llaves, cada una con una serie de características que las hace únicas. Al principio solo tenemos la espada, pero en pocas partidas descubriréis todo el arsenal. Nos ha gustado mucho que, a pesar de lo diferentes que son, resultan tremendamente útiles a su manera y son muy cómodas de manejar, haciendo que la experiencia resulte muy diferente y que las bendiciones se adapten mejor o peor a unas que otras. Además todas se pueden mejorar desbloqueando diferentes aspectos de las mismas a cambio de los escasos corazones que conseguimos y siempre hay alguna que ofrece un beneficio para una partida en concreto, haciendo que constantemente estemos probando otras posibilidades. Junto a las armas también podemos conseguir accesorios a equipar al hacerles regalos a los distintos dioses. Estos se pueden cambiar a lo largo de la campaña y, cuanto más los usemos, más aumenta su nivel y mejoran sus estadísticas generales.
En total hay cuatro regiones a visitar con varios niveles diferentes, encontrando a lo largo de estas enemigos muy variados que, además, van incorporando otros nuevos a lo largo del desarrollo, minijefes que os pondrán en algún que otro aprieto y poderosos jefes al final que incluso pueden cambiar su aspecto y capacidades con cada partida. Estas regiones son muy distintas entre sí, y no solo por los enemigos, sino por su ambientación, trampas o el desafío que suponen.
La duración del juego es difícil de calcular, porque ofrece incontables horas llenas de sorpresas. Intentar escapar del Inframundo no os llevará mucho tiempo, pero incluso completándolo siempre querréis volver a él para descubrir más de la historia e ir desbloqueando nuevos elementos, mejoras y decoración que aseguran muchísima rejugabilidad. Es uno de sus puntos fuertes al generar salas aleatorias e ir incorporando cada vez nuevos elementos que evitan la sensación de repetición, además de tener un modo dios para facilitar las cosas o un modo infierno para complicarlas.
El apartado gráfico utiliza una mezcla de elementos en 2D y 3D que le sienta realmente bien, con un aspecto cartoon muy colorido y vistoso. La dirección artística nos ha parecido soberbia, ya sea en cuando a diseño de personajes, enemigos o escenarios, con unos efectos muy cuidados que hacen que luzca aun mejor. Ha aumentado notablemente su resolución respecto a Nintendo Switch, pasando de los 720p a los 1080 en PS4 y Xbox One y a los 4K en PS5 y Xbox Series X, con unos muy estables 60fps en todas las nuevas versiones.
Tampoco se queda atrás su excelente banda sonora, que cuenta con temas muy variados que se van adaptando a todo lo que sucede en pantalla y mejoran según avanzamos. El doblaje en inglés nos ha gustado mucho y los efectos gozan de una gran calidad. Los textos, tal y como os hemos avanzado, se encuentran en perfecto castellano.
En definitiva, Hades demuestra el buen hacer de Supergiant Games, que ha sabido utilizar su experiencia en anteriores títulos como Bastion o Transistor para ofrecernos algunas de sus ideas pero llevadas al máximo exponente. Tenemos un control sencillo pero muy preciso, un sistema de progresión tremendamente satisfactorio, armas que cambian totalmente el planteamiento jugable, una historia interesante y un desarrollo variado para tratarse de un roguelike con escenarios que se generan proceduralmente. Si a ello le sumamos un apartado audiovisual sobresaliente, tenemos un título imprescindible incluso para aquellos a los que no les atraiga el género.
Hades es un aventura tremendamente adictiva que no os deberíais perder, estando además a un precio muy bien ajustado y con versiones físicas que incluyen diversos extras.