Vídeo análisis de Rogue Legacy 2

Comienza tu legado con la esperada continuación del roguelite genealógico de Cellar Door Games, Rogue Legacy 2.

Cellar Door Games nos trae la secuela de su querido roguelite, que mezcla acción, plataformeo, exploración y algunas dosis de RPG, con un renovado aspecto gráfico y muchas otras novedades en Rogue Legacy 2. Tras un largo periodo en Acceso Anticipado donde se han hecho montones de ajustes y añadido multitud de contenidos, el juego ya se encuentra disponible en su versión 1.0 para PC, Xbox One y Xbox Series X|S. Descubre todos sus detalles en nuestro análisis.

Su historia nos lleva hasta el Reino de Génesis, en el que la decadencia ha llegado a los Estuarios. Con el fin de liberarlo, nuestro héroe parte hacia el lugar, teniendo que firmar un contrato que hará que sus hijos le sucedan en su misión en caso de que este fallezca. Una vez zarpamos, ya no hay vuelta atrás. Esta trama resulta entretenida, aunque no esperéis muchas escenas o textos. Para descubrir el misterio tras el colapso del reino tendréis que reunir pistas a través de los documentos que encontréis por el camino y conversar con los personajes que allí habitan, siendo el tramo final tras abrir las puertas doradas bastante interesante.

Las mecánicas de Rogue Legacy 2 son sencillas de aprender, pero hay ciertos factores que diferencian a este juego de otros del género. Al principio solo podemos desplazarnos lateralmente, atacar, saltar, interactuar con determinados objetos o personajes, usar el talento de la clase seleccionada, una patada giratoria, la recuperación aérea y realizar un impulso para esquivar o llegar a ciertos lugares, pero pronto iréis consiguiendo nuevos útiles conocidos como herencias que amplían estos movimientos y las capacidades de exploración, como poder ejecutar un doble salto, un impulso en el aire o rebotar contra objetos resonantes, entre otros, pasándose dichas herencias de generación en generación. Tenemos dos barras, una de vitalidad y otra de maná que podréis usar para realizar hechizos, la cual se recupera atacando a los enemigos.

Pero lo que más destaca en la aventura es el árbol genealógico, donde al morir nuestro personaje tenemos que elegir a su descendiente para comenzar un nuevo viaje. Siempre nos dan a seleccionar entre tres que se diferencian por su clase, habilidades y rasgos. Como ya sucediera en su precuela, estos rasgos son muy divertidos de descubrir, encontrando ejemplos tan variopintos como vértigo que voltea la pantalla, una ceguera que no nos permite ver mucho más allá de nuestro personaje, un daltonismo que pone la pantalla en blanco y negro o nostálgicos que aplican un filtro retro, entre muchos otros. Como es natural, cuanto mayor riesgo tomamos con estos rasgos, mejor será el multiplicador de oro, así que toca valorar si el riesgo merece la pena.

En total hay 15 clases a descubrir, y la experiencia con cada una de ellas es muy diferente. Tenemos caballero, bárbaro, mago, cocinero, pirata, asesino, boxeador o duelista, por poner algunos ejemplos. Dependiendo del bioma en el que os encontréis y lo que busquéis en ese momento, unos os vendrán mejor que otros, lo que hace que tomar estas decisiones a veces sea bastante complicado.

Los escenarios son muy amplios y se generan por procedimientos, estando cargados de montones de caminos y salas diferentes, trampas, enemigos y secretos a descubrir. En ellos encontraréis cofres ocultos muy valiosos, útiles que facilitarán vuestro viaje a cambio de determinación, salas con pequeñas pruebas a superar para tener acceso a cofres feéricos y otros desafíos algo más complejos para obtener una mayor recompensa. El mapa del lugar se va dibujando a medida que recorremos las salas y, para que sea más sencillo desplazarnos por las diferentes zonas, encontraréis muchos portales de teletransportación que permiten viajar a lugares ya visitados. Si nuestro personaje muere, perdemos todo el progreso en este lugar, aunque conservaremos el dinero y otros materiales útiles.

A los que jugaron a la primera entrega todo esto les sonará muy familiar, aunque se han añadido más biomas para hacer que se sienta mucho más variado, cambiando estos además ligeramente el estilo de juego de unos a otros centrándose más en la acción, el plataformeo o la exploración, entre otros. En total hay seis a descubrir, cada uno con sus propios enemigos y los poderosos Estuarios esperando al final de su recorrido, aunque también hay otros jefes ocultos que tendréis que descubrir. Para tener acceso a los Estuarios antes debéis cumplir una serie de requisitos.

El oro y los materiales sirven para desarrollar nuestro castillo, crear equipamiento y runas, lo cual hace que el sistema de progresión sea muy satisfactorio. El castillo permite desbloquear más vitalidad, resistencia de armadura, mayor potencia de ataque o nuevas clases de personajes, entre muchos detalles que facilitarán vuestro viaje, mientras que el equipamiento y las runas mejoran ciertas estadísticas y capacidades. A medida que avancéis descubriréis que hay aspectos muy útiles a desbloquear, como conseguir más oro o reducir ciertos costes.

Pero esto no es todo, en este lugar también podemos desbloquear al herrero para que nos cree equipamiento y a la encantadora para que fabrique runas a cambio de oro, materiales y sus respectivos planos, una pizzera que nos permite viajar a los portales iniciales de cada bioma para ahorrarnos largas caminatas, un arquitecto que mantiene la estructura del escenario a cambio de una comisión o incluso desafíos opcionales en los que conseguir alguna que otra mejora. Una vez partimos hacia el Reino de Géminis, perdemos todos los materiales que teníamos y no podremos volver al lugar hasta que nuestro personaje muera.

Tampoco queremos olvidar que se trata de un juego bastante desafiante al comienzo, aunque a medida que desbloqueéis nuevos componentes del castillo y equipamiento, veréis que se vuelve más sencillo. Pero tranquilos, no se han olvidado de aquellos que tengan más problemas para avanzar, y han añadido opciones de accesibilidad que permiten ajustar ciertos parámetros, como el daño que hacen y reciben los rivales o poder desactivar los rasgos de los personajes, entre otros extras.

La aventura principal da para una duración de unas 25 horas que se ven tremendamente ampliadas si queremos descubrir todos sus secretos y el verdadero final, lo que puede llevarnos por encima de las 60 horas. A todo ello hay que sumarle la increíble rejugabilidad que ofrece por tener varias clases diferentes con las que jugar y los escenarios que se generan por procedimientos, haciendo que cada partida sea única.

El apartado gráfico nos ha encantado, utilizando ahora personajes en 3D y escenarios pintados a mano. Esto hace que la iluminación, las sombras y las animaciones resulten mucho más vistosas, pero que a la vez se conserve ese estilo tan característico que disfrutamos en la primera entrega. Si a ello le sumamos sus cuidados efectos, las variedad de biomas, los rasgos y que funciona con mucha fluidez, encontraréis el salto que la saga merecía en este sentido.

En el sonoro tenemos una buena selección de melodías que nunca se nos han hecho pesadas. Los efectos están muy cuidados y, al igual que los temas, se ven afectados por los diferentes rasgos de los personajes. Dichos personajes no tienen voz, pero todos los textos están disponibles en varios idiomas, entre los que se encuentra el castellano.

En definitiva, Rogue Legacy 2 es lo que esperábamos para esta secuela, mejorando algunos de los puntos flacos de su antecesor para ofrecernos un producto mucho más completo y divertido, aunque sin perder la esencia que hizo grande al original. Tenemos una historia más interesante, varias clases y rasgos que hacen que la experiencia sea muy diferente, montones de localizaciones a explorar, un sistema de progresión muy satisfactorio, un desafío a la altura y opciones de accesibilidad que hacen que cualquiera pueda disfrutar del juego.

Rogue Legacy 2 es un título que ningún seguidor de la primera entrega o del género roguelite debería perderse gracias a lo cuidado que ha sido en cada uno de sus apartados, haciendo que cuando coges el mando sea muy difícil soltarlo.

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